Recientemente estaba viendo un partido de fútbol de unos niños en edad escolar. En la primera parte del partido, los niños estaban ganando de una forma muy sencilla, con una diferencia de goles abismal. Los papás estaban eufóricos en las gradas. Al final de la primera parte escuché un comentario de un papá que dijo: “Ojalá sea así toda la temporada”. Este comentario me hizo reflexionar:
- ¿Queremos que nuestros hijos ganen siempre de una forma sencilla?
- Si eso ocurriera ¿Cuáles serían las consecuencias?
- ¿Cuáles serían las consecuencias de siempre ganar?
- ¿Cuáles serían las consecuencias de siempre perder?
- ¿Qué consecuencias puede tener ésto para la vida adulta?
Imaginemos por un momento. Un equipo que siempre gana casi sin demasiado esfuerzo y que acaba sintiéndose superior. ¿Superior en comparación con qué? Lo que me viene a la mente es que quizá no sea superior, sino solamente está en una categoría o división de fútbol inferior en la que debería estar. Quizá está en el lugar que no le corresponde. Quizá está en tercera división y debería estar en segunda. Y si estuviera en segunda división ¿seguirán sintiéndose superiores o la cosa estaría más equilibrada?
Parece ser entonces que el sentimiento de superioridad, de creerme siempre el mejor no tiene que ver con mi valía y mis capacidades propias sino más bien con quien me compare. Si esto es así, el sentimiento de superioridad nunca podrá ser estable. Además no invita al niño a esforzarse puesto que “ya soy el mejor”. El niño puede caer en una “falsa autoestima” “Si gano soy bueno y si pierdo soy malo”.Habrá veces que el niño salga ganando. Pero a lo largo de la vida se encontrará con otras personas con las que pierda en la comparación; es inevitable y así es la vida. ¿Cómo se quedará entonces el niño? ¿perplejo, frustrado, con ira, con ansiedad, con tristeza, pérdida de autoestima……..? , ¿Cómo sigo como niño con esto adelante? ¿me enfado y ya no juego? en definitiva con un malestar que puede ser difícil de tolerar.
Es importante celebrar las victorias de los niños, por supuesto. Pero mucho más importante es que los papás refuercen el esfuerzo por encima del resultado. MEJOR QUE EL SENTIMIENTO DE SUPERIORIDAD ES EL SENTIMIENTO DE CONFIANZA.
¿Qué ganarán los niños con ésto?
–Autoestima más sana, equilibrada y realista: Mi valía depende de mí, de lo que yo haga, no de con quién me compare ni del resultado. “a pesar de que he perdido, he mejorado mi juego, por lo tanto, soy capaz de seguir mejorando”, “no soy ni más ni menos que nadie, pero puedo seguir mejorando”
–Autoestima estable en el tiempo: mi satisfacción depende de mi esfuerzo que es lo único que es constante y depende de mí. Los éxitos no siempre dependerán de mí, mi esfuerzo sí.
–Sentimiento de confianza: “He practicado, me he esforzado y he mejorado. Soy capaz de seguir mejorando”
–Mejor tolerancia a la frustración: “he perdido, pero puedo seguir intentándolo”, “puedo perder y seguir adelante” , “el éxito está en la práctica y seguir intentándolo”, “si sigo practicando es inevitable que mejore”.
-Recursos de automotivación: “puedo volver a intentarlo”
Necesariamente, para que un niño tenga necesidad de esforzarse necesita perder de vez en cuando. ¿Queremos niños que siempre ganen o niños que se esfuercen?
EL NIÑO DE HOY ES EL ADULTO DE MAÑANA. Acompañar a los niños a generar sentimientos de confianza en vez de superioridad tiene como consecuencia la mayor adaptabilidad en la vida adulta.
No nos olvidemos también de la importancia del disfrute mientras me esfuerzo. Un esfuerzo sin disfrute se puede convertir en presión y ansiedad, pero de esto hablaré en otro artículo.
Todo lo explicado en este artículo se aplica a los niños, pero también a los adultos. ¿Cómo adulto te focalizas en la superioridad o en la confianza?
Si eres papá o mamá y quieres orientación sobre cómo generar en tu hijo confianza de una forma sana, busca una “Escuela de Padres”, llámame Si eres adulto y te ocurre que tu autoestima depende de tu comparación con los demás y quieres otro tipo de autoestima más sana, llámame.